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EDITORIAL
Mario Viché González
marioviche@quadernsanimacio.net
http://marioviche.es
Hace ahora dos años que afirmabamos que no había más educación que la educación social. Qué solo una
educación comunitaria que de respuestas a las distintas individualidades, sus emociones, sentimientos, anhelos
e identidades y que, a partir de un profundo respeto a los derechos individuales, ponga en la inclusión y en
la solidificación de lazos y redes solidarias y sostenibles de convivencialidad comunitaria es aquella que da
sentido al hecho educativo.
Frente a una educación elitista basada en el idividualismo y la competitividad y regida por factores económicos
y dinámicas economicistas, la auténtica educación se nos presenta como un constructo social a través del
cual las comunidades humanas establecen lazos de convivencialidad y promueven prácticas inclusivas y
multiculturales de desarrollo y sostenibilidad.
Del mismo modo, analizando los contenidos de este número, podemos afirmar que no hay más arte que el arte
social. Frente a un arte elitista convertido en producto de mercado y consumido desde la especulación y la
plusvalia de las dinámicas mercantilistas asociadas al arte y la cultura, el arte social reivindica la creación
artística como expresión libre de las identidades individuales, el intercambio como auténtica comunicación
multicultural y la visibilidad como expresión de la alteridad y el empoderamiento individual y la construcción
de identidades comunitarias.
Frente a un espectador concebido desde un paradigma funcionalista como receptor y consumidor de productos
y servicios culturales, el arte social reivindica la figura del prosumer, paradigma interactivo de ciudadanas y
ciudadadnos que hacen del arte y la comunicación cultural una fórmula interactiva para dotar de significados,
asumir identidades y construir redes comunitarias de representación y convivencia.
A través de las distintas aportaciones podemos analizar como tando desde una ciudadanía activa y comprometida
como desde una gestión cultural capaz de establecer lazos de intercambio entre la creación y la ciudadanía o
desde propuestas más específicas relacionadas con el arte, la expresión dramática, el circo social o la recreación
de espacios, la educación sociocultural se nos presenta, una vez más, como una praxis social de expresión,
libertad, alteridad y construcción de redes comunitarias.
Este número recupera también dos propuestas clásicas que se nos presentan desde una rabiante actualidad. Por
una parte los postulados de la psicosociología del tiempo libre de Frederic Munné que dan soporte a los
planteamientos y las prácticas de la recreación en el marco de la educación sociocultural, por otra la recuperación
de las teorías de Ivan Illich acerca de la convivencialidad entendida como filtro humanista previo a la aplicación
y generalización de cualquier tecnología y, muy especialmente las tecnologías digitales, tan necesario en un
mundo descontextualizado en el que estamos viviendo.
La necesidad y funciones de educadoras y educadores sociales en el sistema educativo formal es planteada, en
este número, por Bruno Trindade, Maria José Conde y Ricardo Pocinho. Las actitudes de los futuros educadores
ante la educación en la salud y, en concreto, ante el VIH/SIDA, son planteadas por C.M. Aránzazu Cejudo Cortés y
Celia Corchuelo Fernández. La mirada femenina ante el arte y la cultura son aportadas por Clarice Barbosa Vieira,
y Begoña Ruiz. José A. Orta nos aporta su reflexión sobre la memoria social. Alejandra Peiró nos
hace reflexionar sobre la educación en valores. A.C. Zamora-Castillo y Pilar Martínez-Agut nos aportan su visión,
desde la formación, de los nuevos itinerarios formativos en el ámbito de la educación sociocultural. Finalmente,
Fabián Ramírez y Mercedes Ferri nos aportan sus experiencias y reflexiones desde el mundo de la expresión
dramática y la expresión musical.
Resaltar también las aportaciones de la edición multimedia. Tanto la de Karles Xavier López-Benedí sobre el
papel de las ONGs y el mundo de la gestión cultural como la de Ismael Bereje acerca de la formación artística y
teatral.
Mario Viché
Julio de 2017